LA EXTRAÑA HIGIENE DE LA MUJER EN EL SIGLO XIX

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La mayoría de las mujeres usaban vestimenta tupida pero no se bañaban, imagínense que fragancia tendría al andar.

Se conoce de sobra cómo eran las condiciones insalubres de las personas que vivían en la Edad Media. Sin embargo muy pocos se imaginan los problemas higiénicos que ocultaban los vestidos de fantasía y de las heroínas románticas de principios del siglo XIX, que usaban como atuendo para engalanar su belleza, pero que sin embargo en otra parte del cuerpo exhalaban no muy aromáticos parfumes. Dichas bellezas no tenían mucha idea acerca de los muchos beneficios de la higiene, que a nosotros nos son familiares. La verdad es que las costumbres eran de lo más extraño.

Es difícil imaginar las dificultades que tenían en la vida cotidiana relacionadas con la higiene y la salud… ¡Lo que se hacía 200 años atrás para hacer frente al olor del sudor era muy complicado, e incluso el lavado regular de los lugares íntimos se consideró causa de infertilidad! Hay que ver lo que pensaban los ciudadanos de la época… ¿cómo creían eso?

¿Tomar un relajante baño caliente? Las mujeres del siglo pasado no experimentaban ese placer… ¡Muchas de ellas por nada del mundo hubieran aceptado tomar un baño! Los europeos creían que el agua penetraba en los poros produciendo infecciones, debilitando el cuerpo y produciendo tisis. Se creía que además, el lavado frecuente podía producir incluso heridas. Por ello, simplemente no se bañaban, con todas las consecuencias que esta actitud conlleva. Hoy en día, con la tecnología de punta en los ámbitos más escondidos del cuerpo humano existe un suavizante o una crema que las mujeres pueden utilizar y que en ciertos momentos la causa y efecto será monumental. Ahora bien, si con todo esto, cremas, lociones, jabones, y elixires uno llega a sentirse estúpidamente enojado o rayado, como dicen los manipulitis del canabis, es cuando lleva una fémina al primer encuentro en un motel y cuando ésta se desprende de sus ropas íntimas, exhala un aroma de pescado muerto, hace cuando el hombre no tiene otra salida que salir rajando del lugar. También hay mujeres que piden auxilio, agua o una ambulancia, cuando ocurre lo contrario de esta situación y es el hombre que tiene el chorizo y los huevos muy cocidos y hueros.

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