Una “investigación especial” llevada a cabo por Debka file -un sitio de inteligencia militar con base en Jerusalén-, iraníes y fuentes del contraterrorismo “ha descubierto que el fiscal argentino Natalio Alberto Nisman, de 51 años, fue asesinado el 18 de enero por un agente iraní, que se había ganado su confianza haciéndose pasar por un desertor y que utilizaba el nombre de Abbas Haqiqat-Ju”.
Así comienza la nota publicada por debka.com, que detalla también el contexto político en el que se produjo la muerte: horas antes de presentarse en el Congreso a defender la denuncia contra la presidente Cristina Kirchner por encubrir a los iraníes imputados por la voladura de la mutual israelita AMIA de Buenos Aires en 1994, en la que murieron 85 personas.
“Según nuestra investigación, dos ministros de inteligencia iraníes, el influyente Mahmoud Alavi y su predecesor Hojjat-ol-Eslam Heydar Moslehi, se rompieron su cerebro durante nueve años buscando una manera de silenciar al fiscal judío”, señala Debka.
También sostiene que trabajaron “codo a codo con funcionarios de agencias de inteligencia del gobierno argentino” y explica que en Irán los espías reciben órdenes directas del líder supremo, el Ayatollah Alí Khamenei.
Nisman tenía todo para poner nervioso a Teherán. Los motivos que esgrime Debka para afirmar esto son:
“a) Era un ambicioso, honesto y valiente perseguidor de la verdad; b) era judío y tenía conexiones directas con Israel; y c) en el curso de su investigación amplió su red de contactos con el Mossad y la CIA”.
El sitio afirma que tres años después de iniciar su trabajo, en 2006, reunió un archivo de inteligencia sobre el increíble alcance de la penetración iraní, utilizando agentes libaneses de Hezbollah, dentro de los gobiernos de varios países latinoamericanos -Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Surinam, Trinidad y Tobago, y Guyana-.
“Apenas este archivo fue puesto frente al gobierno de Buenos Aires, fue ocultado para evitar su publicación”, señala Debka.
Nisman viajó entonces a Nueva York, donde informó oralmente a la CIA y a las Naciones Unidas. Su informe incluía datos sobre diplomáticos y agentes iraníes que operaban en los Estados Unidos ocultos en la embajada de Pakistán en Washington.
“Sería sorprendente que esta información no se haya filtrado desde el secretariado de las Naciones Unidas a Teherán inmediatamente, agregando la urgencia de deshacerse de esta espina en las operaciones de clandestinas de la Revolución Islámica contra Occidente”, sugiere Debka.
Los organismos políticos iraníes no son ajenos a los asesinatos políticos en sus casas, aun en sus comunidades de exiliados como Francia, Austria y Alemania. Pero primero “intentaron ganar la pelea argentina a través del soborno, que siempre había funcionado en Buenos Aires”, señala el sitio israelí.
“Por 10 millones, Carlos Saúl Menem (presidente argentino entre 1989 y 1999) y sus compinches accedieron acerrar la investigación dos los dos ataques terroristas”, afirma Debka en referencia a los ataques a la AMIA, en 1994, y a la embajada de Israel, en 1992.
Con Cristina Kirchner se manejaron de otra manera: “Le prometieron beneficios económicos y acuerdos para Argentina, además de ventajas financieras para el gobierno y las cabezas de la inteligencia”.
Los reportes que el sitio israelí recibió desde Buenos Aires señalan que, en un primer momento, la presidente Kirchner temía que una abrupta muerte de Nisman la pondría bajo una sospecha tal que el costaría su puesto. Pero que luego Teherán le aseguró a través de “canales privados de comunicación” que se realizaría de manera “limpia” y que “no dejarían la menor huella”.
El primer paso se dio en 2010, cuando un iraní contactó al fiscal Nisman para pedirle un encuentro secreto. Se presentó como un ex alto oficial de la inteligencia de Irán, que había desertado, volado a Dinamarca y que esperaba trasladarse a Buenos Aires con valiosos documentos sobre el ataque a la mutual judía”, relata Debka. Aseguró que esos documentos probaban en detalle la complicidad de Mohsen Rabbani como cabeza de la operación contra la AMIA.
El encuentro se produjo en Buenos Aires. El desertor se identificó como Abbas Haqiqat-Ju, le entregó a Nisman “documentos genuinos” que contenían evidencia de la participación de Irán. Así probó su mala relación con el régimen y su predisposición a revelar sus secretos. La relación continuó durante cuatro años. El fiscal “se convenció de la buena fe del desertor” tras chequear con diversas fuentes de inteligencia los datos que recibía.
En diciembre de 2014, Nisman estaba listo para presentar un reporte de 300 páginas documentando sus descubrimientos sobre el rol de Kirchner en el encubrimiento de los crímenes terroristas iraníes.
Teherán decidió entonces que era hora de llevar adelante el asesinato. Puso en movimiento a Haqiqat-Ju, quien le pidió a Nisman un lugar seguro para encontrarse con un segundo desertor que se había escapado de Teherán y que pondría a su disposición documentos que probaban la colaboración entre la agencia de inteligencia argentina y la iraní para el ataque a la AMIA. Requirió estricto silencio y secreto sobre la reunión pactada.
Para que esto pudiera llevarse a cabo, necesitaban aislarse también de los 10 agentes de seguridad que lo protegían en el piso 13 del edificio Le Parc de Puerto Madero, donde se había citado con su invitado.
“Ese invitado debía identificarse con tres golpes en la puerta. Nisman no debía hacer esperar al iraní y dejarlo entrar de inmediato. Antes de preparar la escena del asesinato, Haqiqat-Ju rentó un apartamento contiguo”, explica Debka.
“El 18 de enero escuchó los tres golpes en la puerta. El fiscal le abrió la puerta a su asesino. Como era de confianza, éste sabía exactamente dónde encontrar la pequeña arma que Nisman le había pedido prestada a un amigo y la usó para matarlo”, relata la versión.
La huida se habría producido por el sistema de calefacción entre los dos departamentos -el de Nisman y el que él tenía rentado-, se disfrazó y se fue. Sus camaradas argentinos habían desarmado previamente las cámaras de seguridad en el edificio, por lo que estaba habilitado a escaparse sin quedar registrado, llegar al aeropuerto y volar con un pasaporte falso a Montevideo, luego a Dubai y finalmente a Teherán.
Cuando Nisman fue hallado, concluye Debka, el asesino ya estaba camino a su ciudad de origen.
Estos datos no son publicados por medios argentinos, que aparentemente son cómplices de esta impunidad.