(Primera Parte)
Pocas veces se ha dado el caso de la permanencia de un Ministro del Interior, políticamente del sector opuesto al partido gobernante, sobre todo con una inacción q no requiere de encuesta alguna para demostrar el rechazo casi unánime de la ciudadanía a su pobre gestión. En los tres años de actuación, no ha conseguido un solo triunfo del q jactarse. Ha aumentado la inseguridad, se suceden los delitos, el combate al EPP ha sido un fracaso total, además de su verborragia que comenta obviedades como “hay más motochorros porque hay más motos” una perogrullada que la inteligencia de la ciudadanía no se merece.
Las reclamaciones de todos los sectores sin distinción, desde el propio partido de gobierno, las organizaciones q velan por la seguridad, la oposición, y recientemente hasta voceros de la Iglesia mencionan que su posición ya es insostenible, tanto que exigen medidas de cambio ante su total ineptitud. Pero, tiene el apoyo irrestricto del Presidente de la Republica, que cada vez que debe salir a socorrerlo recurre a un pretexto que estamos seguros, ni el cree.
Se refiere a unas misteriosas estadísticas, que solamente deben circulan por sectores muy reservados porque nadie las conoce, en las que se habla de victorias de la repartición a que pertenece el Ministro de Vargas, sin olvidar las múltiples denuncias por manejo poco claros en algunas licitaciones, donde evidentemente los valores ofertados, y pagados, superan en mucho a los normales del mercado.
No hablemos ya del escándalo en la Policía con el tema de robo de combustibles, un delito que venía sosteniéndose desde décadas atrás, por medio de una rosca empotrada en la institución, que De Vargas decía desconocer, a pesar del ser el jefe directo y responsable por los respectivos delictivos sucedidos bajo su área de control.
Últimamente, el tema del narco audio, que conmovió los cimientos de los organismos de seguridad con denuncias de corrupción que envuelven fiscales, Viceministro del Interior, y salpica personal muy ligado a De Vargas ha vuelto a dejarlo al margen, encargándosele de la investigación, cuando debió ser uno de los imputados para deslindar responsabilidades.