CIUDAD DEL ESTE (Costumbre y tradiciones, por Carlos Roa) El Bienteveo común o más conocido como pitogüé en nuestro País, es el ave más temido tanto por las mujeres como por las parejas porque se dice que es el ayudante de la cigüeña. Según cuenta la leyenda la historia es la siguiente:
En un rancho vivía una anciana aborigen que era cascarrabias y gritona tenía cuatro hijas a quienes manejaba en forma tiránica, pero con el tiempo cada una de ellas encontraron a sus compañeros de vida y ninguno de estos aceptaban vivir con la suegra.
La anciana tenía la costumbre de fumar en cachimbo, como era holgazana y cómoda decía a gritos “Che pito ogue” para que sus hijas le acercaran fuego para poder prender su tabaco. Ella quería tener las comodidades y atenciones que su finado marido nunca pudo darle, exigiendo de las hijas todo el esfuerzo sin tener los medios para un buen pasar. Su negra cabellera sujeta con una vincha amarillenta por lo sucia y su vestido del mismo color con un gastado rebozo sobre sus espaldas, les daban un aspecto de vieja arpía cuya escoba voladora había sido reemplazada por su cachimbo.
Los yernos con sus esposas ya no soportaban el carácter autoritario y mandón de la suegra, un día aprovecharon que ella dormía la siesta para abandonarla. Esta al despertarse comenzó a gritar “Che pito ogue… che pito ogue” pero nadie acudió, enojada se levantó y se dio cuenta que estaba completamente sola, pero esto no le impidió que siguiera gritando.
Ya desesperada en su soledad, aprisionando su inseparable cachimbo con fuerza entre sus dedos como si este fuera un bastón de mando, salió afuera de la casa, recorrió los alrededores y decidió meterse en el monte cercano en busca de sus hijas siempre gritando lo mismo “Che pito ogue… che pito ogue”. Cansada, pero sin dejar de marchar alocadamente, sintió un tirón en la cabeza al herirse el cuero cabelludo en momentos en que sus piernas, vacilantes ya se enredaban en un Ysypo y finalmente cayó al suelo. Sintió una sensación de sequedad en la garganta a causa del hambre, la sed y sobre todo por la falta de su tabaco, pero esta seguía gritando lo mismo “Pitogüé” casi sin sentido, quedo tendida en el yuyal y Tupá compadecido por su pobre destino la convirtió en el ave que hoy día es despreciada y bienvenida por muchas mujeres que quieren dar a luz.
El pitogüé tiene las patas largas como los dedos de la anciana, el pico puntiagudo por su nariz y la franja que tiene en la cabeza es por la vincha con la que se sujetaba el pelo.