16 DE AGOSTO

A 153 AÑOS DE LA MASACRE DE ACOSTA ÑU

CIUDAD DEL ESTE (Reseña Histórica, por Carlos Roa) Recordar el fatídico día donde 3500 niños y adolescentes dieron su vida por el país, por que a pesar de que la derrota era inminente la guerra no acabaría hasta ejecutar al Mariscal Francisco Solano López y en el trayecto eliminar hasta el último paraguayo aún en el vientre de su madre. Más deprimente es saber que aún mas de 150 años después seguimos rindiendo pleitesía a los brasileños quienes siguen vapuleando a nuestra nación, apoderándose de nuestras tierras, les regalamos energía eléctrica, ocupan en nuestro país lugares que corresponden a los paraguayos, en fin, los Paraguayos de hoy no tenemos ni la dignidad ni la valentía de esos niños que dieron su vida por mantener la soberanía nacional.

 

Acosta Ñu fue una de las más terribles batallas de la historia militar del mundo. De un lado estaban los brasileños con veinte mil hombres. Del otro, en el medio de un círculo, los paraguayos con tres mil quinientos soldados de nueve a quince años, no faltando niños de seis, siete y ocho años! Junto a los tres mil quinientos niños paraguayos, combatían quinientos veteranos comandados por el General Bernardino Caballero.
Esa batalla librada el día 16 de agosto de 1869, fue necesaria para que el Mariscal Francisco Solano López continuase su retirada del cuartel general de Ascurra y siguiese con seguridad hacia Cerro Corá, mientras los “niños combatientes” retardarían a las tropas brasileñas. (Esa batalla de Acosta Ñú es aludida por Tasso Fragoso como batalla de Ñú Guazú – Campo Grande).

La batalla comenzó por la mañana, en un campo abierto, cubierto de malezas. Bernardino Caballero -el mejor general de Francisco Solano López- con sus quinientos soldados del VI Batallón de Veteranos, reunió a los tres mil quinientos niños y esperó el ataque. Los paraguayos quedaron, como acentuó Tasso Fragoso, en un “círculo de fuego”. Sufrieron el ataque brasileño por los cuatro lados: por el norte, la caballería de Hipólito Ribeiro; por el este, las fuerzas del General Cámara; por el sur, los veteranos del General Resin; y, finalmente, por el oeste, atropellaban las fuerzas comandadas por el Conde D’Eu. Atacados por los cuatro flancos, en una flagrante desproporción de fuerzas de cinco brasileños por cada paraguayo, la resistencia duró todo el día y, aún por la noche, el renombrado Conde D’Eu se tuvo que preocupar con los sobrevivientes heridos.

SIMBOLO DE CRUELDAD

Acosta Nú es el símbolo más terrible de la crueldad de esa guerra: los niños de seis a ocho años, en el calor de la batalla, aterrados, se agarraban de las piernas de los soldados brasileños, llorando, pidiendo que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en las selvas próximas las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas empuñaron las lanzas y llegaron a comandar grupos de niños en la resistencia. Finalmente, después de todo un día de lucha, los paraguayos fueron derrotados. Por la tarde, cuando las madres vinieron a recoger a los niños heridos y enterrar los muertos, el Conde D’Eu mandó incendiar la maleza. En la hoguera se veían niños heridos correr hasta caer víctimas de las llamas. La resistencia en Acosta Ñú y el sacrificio de esos niños simbolizan perfectamente cómo la guerra se tornó implacable. Tanto por el lado de Francisco Solano López, formando un ejército de niños, como por el lado brasileño que no se avergonzó en matarlos. Simboliza, también, la conciencia máxima de la defensa de la nacionalidad; la lucha extrema por la independencia nacional, llegando al suicidio de un pueblo que no quiso rendirse para no perder la libertad: la libertad, en el Paraguay de la época era un concepto práctico y no una palabra abstracta. Era el derecho a la tierra; a la alimentación; en fin, a la autonomía del país.

 

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