INVASIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA, EL DELITO DE MODA

DELINCUENTES ACOSTUMBRADOS A SALIR IMPUNES CAUSANDO LÁSTIMA

CIUDAD DEL ESTE (Locales, por Redacción) Es lamentable la letanía que atraviesan quienes buscan justicia dentro de un sistema como el nuestro, lleno de trabas y sinsentidos que atrasan el desenlace de los litigios, tanto en lo civil como en lo penal. Constantemente  publicamos en este medio crónicas desde distintos puntos del país donde ciudadanos comunes que cuentan con inmuebles adquiridos  con arduo trabajo son víctimas  de invasores. Personas sin escrúpulos que tratan de justificar su delito recurriendo a la sensibilidad de la gente, vendiéndose  como prójimo, desamparado, aichinyáranga último, y aunque esto  fuese cierto, el hecho no deja de ser un delito.

Lastimosamente en nuestra ciudad tenemos el caso del hoy conocido como barrio San Miguel Arcángel donde invasores ocuparon la zona boscosa que une el Área 8 con el Área 1, sin miramientos echaron árboles para construir sus casas y utilizan el arroyo como desagüe cloacal. La situación de estos invasores, a pesar de los múltiples delitos que se están cometiendo, fue legalizada por la administración municipal anterior y hoy cuentan hasta con recolección de basura. La semana pasada, todos fuimos testigos del desalojo y destrucción de casitas que se hizo en el terreno boscoso ubicado frente al Lago de la República, y por supuesto no faltaron los comentarios a favor de los invasores.

Y es que las personas que se manejan así, tienen la costumbre de conseguir todo causando lástima, apelando a la “solidaridad” de la gente, pero la verdad es que no pasan de zánganos y delincuentes que generalmente tienen detrás a algún político o a alguna autoridad pública queriendo congraciar con el pueblo.

Es así que llega hasta nuestro medio la información de una causa penal por desacato que se encuentra en curso hoy, donde al invasor de una propiedad privada, no le bastó con ocupar el inmueble ajeno sino que además comenzó a lucrar de esta invasión alquilando parte de la propiedad, o sea, tan pobrecitos no son. La propiedad ubicada en el Barrio Fátima es pertenencia del Sr. Anselmo Vallejos y los invasores acusados son Alcides Esteban Romero Cáceres, José Eduardo Martínez, Mario Marcial Benítez Molina, Roberto Cabrera y sus inquilinos Adriela Fernanda García Ramírez y Edwin René Flores Sosa. La causa data del 2014 y en aquel entonces la jueza de Primera Instancia en los Civil y Comercial del Tercer Turno, Victoriana Cáceres había dictado resolución judicial de prohibición de no innovar sobre una propiedad privada, los acusados por el Ministerio Público, hicieron caso omiso a la orden de la magistrada por lo que se exponen de seis meses a dos años de cárcel o multa.

Esta es sólo una muestra, como en el caso de la invasora Ana Jiménez que ocupa la propiedad del Sr. Aníbal Servín de Minga Guazú y que según el denunciante está avalada por el Juez Almicar Marecos y el actual diputado Manuel Trinidad, y es con este respaldo que hoy la invasora Ana Jiménez recibe a tiros de escopeta a quienes se acercan a la propiedad que ella ocupa ilegalmente. Es tanta la condescendencia que tienen las autoridades al momento de decidir qué hacer con los invasores que un grupo fue beneficiado con un hermoso barrio que hoy día se encuentra sumido en la mugre y el abandono de los propios habitantes, el Barrio San Francisco de Zeballos Cue que se construyó para los invasores del Bañado Norte y de la Chacarita que vivían en riesgo por la subida del río y se amontonaban en las plazas del centro mientras esperaban que la solución les caiga del cielo, y así fue.

Además, siempre están los denominados “sin tierra” que son supuestos campesinos que exigen tierras para trabajar, generalmente logran despojar a los propietarios de sus inmuebles y luego de un tiempo lo vuelven a vender y van a ocupar otro terreno. La justicia solo pone trabas que atrasan a quienes están haciendo las cosas bien, perjudican a los propietarios no sólo en el aspecto económico sino que también en el aspecto emocional y mental por todo el estrés y trauma que atraviesan quienes luchan por recuperar sus pertenencias. A esto se suman los perjuicios que nos alcanzan a todos, como la contaminación de cauces hídricos por la falta de planificación para los desagües, además de la destrucción de zonas boscosas como ocurre en nuestra ciudad, y quedamos los otros cientos de paraguayos que día a día luchamos por cumplir el sueño de la casa propia y a quienes nadie regala nada porque no andamos haciéndonos de los aichinyáranga.

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