CIUDAD DEL ESTE (Ecología, por Carlos Roa) Un estudio del Conicet, publicado por el investigador Manuel Casado, detectó la presencia alarmante de agroquímicos y metales pesados en la cuenca de uno de los principales ríos del país. “No existe razón de Estado ni intereses económicos de las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de la salud pública”, decía Andrés Carrasco (1946-2014). El reconocido científico argentino desafió al establishment político –y a sus pares– al denunciar los efectos nocivos del uso de glifosato en cultivos transgénicos cuando nadie lo hacía.
Esa misma frase recordó el doctor Damián Marino, investigador del Conicet y profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), durante una charla en el Chaco, donde expuso los resultados de estudios que comprobaron la presencia de residuos de agroquímicos y metales pesados en las aguas del Río Paraná.
“Los niveles de glifosato y de AMPA (metabolito en la degradación del glifosato) halladas en la cuenca son unas cuatro veces las concentraciones que pueden encontrarse en un campo sembrado con soja. Hoy, el fondo de un río que desemboca e el Paraná tiene más glifosato que un campo de soja“.
En cuanto a los detalles, el biólogo añadió que en el tramo superior hay concentraciones de distintos insecticidas de uso agrícola, mientras que desde la media hacia la baja existe una contaminación múltiple con algunos metales y principalmente con glifosato. “Son los sitios más afectados. El glifosato es una molécula dominante. El Paraná está en problemas”.
También explicó que si se toman en cuenta los parámetros internacionales, las muestras superan por amplio margen los niveles de presencia tolerables con respecto al insecticida endosulfán (prohibido en el país en 2013), y sus posteriores reemplazantes: clirpirifós y cipermetrina.
Y es por este motivo que la mortandad de peces se registra en nuestro país y no es como dicen algunos supuestos expertos de la SEAM, como el tal Mandelburguer y el propio Ariel Oviedo, ministro de la SEAM, que es por falta de oxígeno. Lo que estos quieren ocultar es que son los agrotóxicos de Monsanto que están matando a la fauna ictícola de nuestros ríos.
“La publicación científica validada a nivel mundial dice que todas las muestras de agua superaron para, al menos alguno de los plaguicidas, el nivel guía recomendado para toda la biota acuática y recomienda articular políticas inmediatas. Hoy, en el mercado mundial, el 90 por ciento de los plaguicidas es glifosato y el 10% restante se reparte entre clirpirifós, cipermetrina y endosulfán”, sostuvo y mencionó que se obtuvieron resultados similares en el Río Paraguay, que también se incluyó en el trabajo. Todas las muestras de fondo también arrojaron la presencia de insecticidas. (PRIMERA PARTE)