En Europa Monsanto perdió la batalla, en Paraguay falta la guerra

UNO DE LOS MÁS TERRORÍFICOS, EL REY DE LA SOJA FAVERO

La terrorífica multinacional Monsanto da por perdida la batalla por la implantación de sus semillas transgénicas en Europa, demostrando que las movilizaciones ciudadanas pueden lograr significativas victorias frente a los grandes intereses económicos y políticos. Asegura que ha paralizado las actividades de promoción de sus semillas genéticamente modificadas en Europa, así como que tampoco tiene previsto solicitar permiso para la venta de nuevas plantas transgénicas en la región. “No gastaremos más dinero para convencer a la gente para cultivarlas”, aseguró Brandon Mitchener, responsable de Public Affairs de Monsanto para Europa y Oriente Medio en una entrevista a Investigative Reporting Denmark.

El rechazo de productores agrarios y consumidores a los organismos modificados genéticamente (OMGs), debido a sus nocivos impactos sobre la biodiversidad, el medio ambiente y la salud a corto plazo y sus aún imprecedibles efectos a largo plazo, ha llevado a la multinacional a involucrarse en ingentes inversiones en campañas de marketing, implantación, procesos judiciales y acciones de lobby para conseguir la aceptación de sus productos. El anuncio de su retirada supone un triunfo para todos los que han informado y luchado contra su expansión.

monzanto

En tanto en Paraguay los productores inescrupulosos, que en su mayoría son brasileños, menonitas, siendo uno de los principales el nefasto “rey de la soja”, Tranquilo Favero, uno de los más viles cuando se trata del cultivo de estos productos tóxicos. Y todo esto con la anuencia del propio gobierno encabezado por Horacio Cartes. Recordemos que en tiempos de Fernando Lugo, se intentó incesantemente de prohibir el cultivo de estos productos tóxicos, pero por oposición en el Congreso, dicho pedido nunca se concretó, al contrario, lo rajaron a Lugo del gobierno y siguieron cultivando con Frauderico y ahora, con HC.

Los transgénicos constituyen una de las principales amenazas para la agricultura tradicional, la biodiversidad, la soberanía alimentaria y la salud.

El monopolio de tierras, con la exclusión de pequeños agricultores, la desaparición de las semillas de cultivos tradicionales (que obliga a comprar las transgénicas año tras año), la contaminación de suelos y agua, la pérdida de fertilidad de la tierra, la resistencia a cierta plagas y la creciente dependencia de los productos de las multinacionales que los producen, son sólo algunos de los efectos ya visibles de los OMGs en todo el mundo, pero especialmente en amplias zonas de países en desarrollo.

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