UNA JAURIA DE MENTIROSOS

El coronacuento, una historia del fin del mundo.

Ciudad del Este (Salud, por Carlos Roa). Martes, 10 de marzo de 2020. Lo que parecía un día más de verano, tranquilo, sin nada extraordinario, aproximadamente a las 18:00, en una conferencia de prensa de manera inesperada se declara una cuarentena total; bajo la denominación oficial de “Aislamiento Preventivo General” tres días luego de informarse el primer caso de covid-19 en el país. Ante este escenario, de modo inmediato se tomaron los recaudos que para ese entonces parecían ser los más apropiados.

Sólo minutos después de dicho discurso, la población en general entró en un estado de histeria colectiva, eso se notaría principalmente en los supermercados, donde la ciudadanía actuaba como en una escena propia de alguna película apocalíptica, todos agolpados, comprando alimento y otros insumos, como si el mundo fuera a acabarse ese mismo día.
Convengamos que el comportamiento de la gente es hasta comprensible de algún modo, por ser esta una situación desconocida.
La incertidumbre era latente en todas partes, y confiar en los grandes medios era vital.
Como nunca antes, en mucho tiempo, las fuentes tradicionales de comunicación cumplían un rol demasiado importante, todo lo que allí se dijera era palabra santa.
Así pasaron los días, semanas e incluso los meses, y para la prensa era como si el mundo paró, y en él no pasaban otras cosas que no tengan exclusiva relacion con el coronavirus.
Entonces, es allí cuando notamos que algo como que no cuadraba, todo el día estar hablando de lo mismo, ósea… ya desde el Ministerio de Salud se establecieron los protocolos a seguir para su “prevención y/o control” sean necesarias o no, ya estaban, sólo era cuestión de cumplirlo, cosa que se hizo a rajatabla. Eso es lo que produjo que de tener una cuarentena rígida, pasáramos a tener una flexible, posteriormente ya con diferentes fases, hasta la número cuatro en casi todo el territorio nacional.
Si bien, por lógica no se pueden dejar de lado los reportes que hacen a la supuesta pandemia, es como que hay un interés mayúsculo por hacer notar un panorama caótico, cuando que el mismo no es tal, ni siquiera se siente así.
Desde la cartera sanitaria pueden venir muchos informes, pero cuando estos son manipulados en los resultados habiendo falsos positivos para después cambiar los mismos en una segunda muestra, recuperaciones ilógicas, a nivel médico hay cambio de opiniones sobre el tema e incluso denuncias muy fuertes de cómo se maneja la enfermedad, así como testimonios paralelos de pacientes explicando los motivos por los cuales fueron a parar al nosocomio, y de igual manera desde el gobierno insisten con afirmar de que las causas fueron problemas asociados al virus, todo lo que se diga de manera oficial ya no es del todo creíble, no se ajusta a lo vivido en ese instante, ese es el momento en que se nota de que algo está mal, los medios deberían buscar la verdad, sacando a la luz, justamente las muchas irregularidades, esta otra parte de historia, y no prestarse al juego de la mafia. Es raro, pero en todas las veces siempre que vamos a pasar de fase, hay un detonante que cuestiona si vale o no ir a una siguiente etapa de la cuarentena.
No importa que tan bien hagamos hecho las cosas, en reiteradas ocasiones la prensa hace énfasis en culpar a la población de ser unos irresponsables, algo absolutamente ridículo, ya que por su naturaleza se sobre entiende que estamos haciendo lo correcto, por eso estamos en ese nivel.
Como alguien que es parte de la prensa me da muchísima vergüenza pertenecer al mismo circuito que estos corruptos, cómplices de terrorismo, orquestado por la OMS, con ayuda de los gobiernos, y todos quienes tengan interés en sacar algún rédito económico.
Todos los días vemos y oímos a gente de prensa mañosa, que en cada noticia, así sea el reporte de un accidente de tránsito, tengan que relacionar con el covid-19, instalando la idea de que de lo único que hay que cuidarnos, o de lo que la gente muere día a día a partir de marzo es de coronavirus, infundiendo el miedo, la zozobra en la población.
Me causa rabia e indignación saber que quien está detrás de esa cámara o micrófono, a pesar de ese bombardeo estatal, tiene la brillante oportunidad de dar a conocer una realidad también existente, despertando así la conciencia de los demás, pero con tanto alcohol en gel parece volverse incapaz y estúpido, dejando su labor a otros, a quien sea más valiente que él, desde alguien con una denuncia independiente recorriendo cadenas de whatsapp, o hasta en la experiencia personal de un tercero con quien vayas a tratar de modo casual.

 

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